Algo se nos va perdiendo, esa
parte pequeña pero entera que fue sincera, que con cada brisa que la rodea se
desvanece de a poco, o al menos también es parte de un anhelo. Cuando fuimos y
creímos en algo, confiamos en el sostén, en tener esa capacidad de conservar. Y
¿El tiempo? el tiempo se está encargando de enseñar (nos) que lo que queríamos
conservar no es nada de lo real, sino un acto simbólico que al menos consuele
el miedo que paraliza encontrarnos, encontrar-nos…
(Carta de despedida, Sep. 2017)
Un regalito para las noches extrañas
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