El DIA DESPUES…


Así como a Thelma Fardin le llevó 10 años su proceso para poder poner en palabras tanto dolor, espero que no sea solo un día el que llega después, sino que nos lleven los suficientes para hacer historia cambiando un paradigma en donde la mujer ya no sea la responsable siempre de lo que le sucede sobre su cuerpo por la sola decisión de llevarlo de una forma libre y bella.
Los efectos de esta ola que se viene anunciando hace tiempo, se ven hoy más firmes que nunca y fue necesario, no solo, la exposición de una mujer desde el relato más crudo para que otras compañeras empiecen a escuchar, a creer. También fué necesario anunciar de una forma, que  generó rechazos a la demora, a la incertidumbre, a los tiempos de seguir callando una noticia que como se anticipaba iba a generar gran impacto en la sociedad. Impacto tanto por el relato y por ver a tantas Mujeres Actrices Argentinas juntas que vienen trabajando hace meses esta puesta en escena como la forma más tolerable para ellas, para poder comunicar con la seriedad y la responsabilidad que esto se merece. Si, seguimos haciéndonos responsables.
Pero lo que increíblemente no calcularon estas mujeres sororas, fue generar la borradura de la brecha que dividía hasta hace unos meses los pañuelos Verdes vs. Celestes en sus máximas expresiones, hace tiempo que no hablaba con compañeras que decidieron no hablar de estas cuestiones políticas, porque pueden arruinar los lazos. Más allá que algunas venimos sosteniendo una lucha intentando poner el cuerpo y escuchar a la que necesita independientemente del color de sus pensamientos, porque los violadores no se fijan en eso, lo violadores atacan moviéndose impunemente como el sistema patriarcal les enseñó y lo siguen eligiendo, pero esto ya no va más.
Los cuerpos de las mujeres se nos fortalecen por fuera cada vez que esto sucede, cuando sentimos que hay una vía más para poder cambiar lo que nos viene vulnerando. Nos endurece una coraza para soportar a la que nos necesita y nos sensibiliza el centro ante cualquier sonido de voz que se anima a decir. Poner en palabras, acto simbólico difícil de realizar, en donde la metáfora en algunos casos ya no funciona. Pues si, tuvimos que llegar a decir #NOesNO, frases concretas que marcan lo que hace tiempo flaquea, y es el límite. El límite que no llega de otro, como la justicia, pero si llega desde el lugar más cuestionado que es el nuestro, el de las mujeres.
El tsunami llegó para quedarse, mostrando que no está de moda la rebeldía de la supermujer, las mujeres nos estamos fortaleciendo, aprendiendo que solas no podemos y que para eso, nos necesitamos, porque solas no nos escuchan por más que gritemos. Son esas paradojas de los empoderamientos de la mujer, porque quienes se empoderan son las mujeres juntas, ya no más solas.
El día después, trajo angustias, recuerdos, relatos, un sin fín de preguntas al ver los comentarios en las redes sociales, a machistas cuestionando cada caso que sale a la luz, el desconocimiento y el reconocimiento a viva voz de las mujeres que sintieron el empujón para poder encontrar las formas de poder decir de sus cuerpos marcados por el abuso, la violación y el dolor.
La lucha contra el silencio ha ganado una nueva batalla, en Argentina y en Catamarca, en donde según cuenta la historia hasta las luchas contra el femicidio más grande de nuestra historia como el caso de María Soledad Morales, fue en silencio, pero en las calles. Un ruido intolerable  promulgada por una mujer apoyando a una madre que tuvo que escuchar que algo habrá hecho su hija para que la drogaran, la violaran y la mataran de las peores formas. En ese año muchas de las que hoy gritamos que estamos hartas, estábamos naciendo.
Floreciendo en una generación que de una u otra forma íbamos a resurgir, conociendo y rechazando una muerte en manos de los hijos del poder mayor. Esas mismas generaciones, hoy luchamos por las nuevas, para que ellas no tengan que gritar de tal forma para ser escuchadas. Vamos en la búsqueda de una sociedad en donde la claudicación no sea lo que sostenga, sino todo lo contrario, que ante el toque en nuestro corazón sensibilizado, una niña, joven o mujer pueda hablar y a ella le vamos a creer. Porque el silencio nos mata por dentro, nos envuelve en fantasías infinitas fortaleciendo el sentimiento de culpa y nos intenta responsabilizar de algo que no hicimos.
Hemos escuchado tantas veces decir: “Algo habrán hecho para pasar lo que pasamos”, desde que nos miren y elogien nuestros cuerpos sin nuestro consentimiento; o lo que podemos decir o hacer amablemente, sonriendo y ya eso nos pone en un lugar de que algo pretendemos, o por que nosotras somos las únicas responsables de buscarnos nuestros finales, como la muerte por que andaba a deshoras de la noche, sola.





Estamos frente a un quiebre que nos permite empezar a captar lo sutil en estos tiempos violentos, antes de decir que otro no puede tocarte sin tu consentimiento, hay que decir que nadie puede hacerte sentir incomoda sin tu consentimiento.
Por eso te digo compañerx, que en ésta estamos juntxs, aquí no hay colores que dividan porque cuando a una la tocan, vamos todxs. No para generar miedo ni odio, vamos para sentirnos escuchadas, acompañadas y para mostrar que vamos a tirar al patriarcado, ese sistema que nos somete y nos ha enseñado las peores formas de dividirnos para reinarnos en el dolor.
Un filósofo decía “en el amor no se gana, se pierde…” y  dejar caer, elegir otras estructuras diferentes a las que nos impusieron, nos hace perder mostrándonos otras formas de amar y eso es a través de la sororidad.
Si compañera, madre, hermana, tía, prima, amiga, hermana, hija, nos necesitamos.
Porque:

 ¡Juntas vamos a vencer!

Julieta Lobo Molina  
San Fernando Del Valle de Catamarca 12 de Diciembre de 2018

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